Nueva en la ciudad (Tahyra)

La noche cayó y un frío inclemente helaba mis huesos, no podía sentir las manos, ni los pies. Aún así era mejor que la obscuridad de una recámara en donde me había encontrado reclusa por muchos años. Pedí refugio en una casa y apareció una robusta mujer que me miró con desprecio y azotó la puerta en mis narices. Seguí caminando entre la leve luz de los faroles en busca de un lugar en donde pasar la noche. Percibí algunas pisadas atrás de mí y volteé la cabeza. Un hombre de rostro cubierto me seguía. Corrí por la calle empedrada y toqué a la primera puerta que encontré. Una joven de hermosas facciones, algo somnolienta, abrió la puerta.
-Disculpa, necesito un lugar para pasar la noche, donde sea, es urgente.-le imploré jadeando.

El hombre se acercaba poco a poco, me llené de miedo. La chica de la casa me permitió pasar y se comportó de manera hospitalaria, muy hospitalaria diría yo. Tenía un acento extraño, tal vez era española. Me presenté.
-Soy Cosette, extranjera, vengo de Francia, larga historia.-ppronuncié con un hilo de voz.
La chica me miró con ojos llenos de preguntas y amablemente me ofreció un poco de sopa caliente. Después de dar un sorbo pronuncié:
-Eres muy amable en recibirme en tu casa, lo menos que puedo hacer es hablarte un poco de mí. Dejé varias historias tristes en mi país, huyo de mi pasado, por eso estoy en Verona. Tienes un acento distinto, ¿español quizá?-pregunté.

-Francia es un lugar hermoso, no me hubiera gustado dejarlo-dije con tristeza, bajando la mirada. Cambié el tema.-¿El hombre? ¡Ah si! Vay que me asustó, tal vez lo imaginé pero sentí que me seguía. No sabía que hacer, no tengo en donde quedarme, no conozco a nadie aquí. Llegué hace una semana y media y he gastado mucho en posadas, no sé que haré ahora que no tengo lugar para dormir-mencioné.

La chica me ofreció quedarme en su casa. Desconfié de su propuesta, era muy amable como para no querer nada a cambio, no me conocía ni yo a ella. No respondí a su pregunta.
-Ni si quiera sé tu nombre-dije recelosamente-pero bueno, creo que aceptaré tu propuesta, es buen momento para conocernos ¿no?

La chica me llenó de confianza.
-Gracias Tahyra, no debes dudar de que no daré problemas. Soy pintora, pero podría ayudarte en las labores de la casa para pagarte de alguna manera lo que estás haciendo por mí-dije.
Tahyra era agradable, tal vez había encontrado una amiga en esta ciudad tan grande.

-¡Claro! La cocina se me da muy bien, aunque no conozco los alimentos típicos italianos...aprenderé rápido. ¿Y tienes amigos de por aquí?-pregunté.

-Me encantaría ir, al igual que conocer a tus amigos. ¿Sabes? Tus razgos son delicados y estéticos, podrías ser un excelente modelo para mi próxima pintura.-dije amablemente.

-Claro que será divertido-dije entrando en confianza- ¿Tu tienes algún tipo de pasatiempos favoritos?-le pregunté a Tahyra.

El color volvió a mi rostro. Mis mejillas se tornaron rosadas de nuevo.
-Mis pinturas se quedaron en Francia-mencioné con nostalgia- pero siempre hay tiempo para pintar de nuevo y mas si permaneceré un buen tiempo con tan buena modelo. Siento que nos conocemos de otra vida, en verdad seremos buenas amigas-dije.

-No Tahyra, por el momento estoy bien, ¿Te parece una buena idea salir por la mañana a dar un paseo por Verona? Me falta mucho por conocer y pareces ser una buena guía-dije sonriendo.- Dime...¿Que hay de bueno en esta ciudad?

-Pues...no conozco a muchos por aquí, ¿que tal si paseamos por las casas para conocer gente amiga?-sugerí con confianza.

-Bueno, creo que ha llegado la hora de dormir. Ya haremos algo mañana-dije cuando un bostezo me interrumpió- que descances amiga.

No podía creerlo. Me sorprendí bastante por lo que vi. Un halo de luz iluminó el cuello de Tahyra cuando se retiraba de mi nueva habitación. Le tomé la mano para evitar que se fuera.
-Estoy bien Tahyra, solo que, aún no puedo creerlo.-
Tahyra me vio con ojos llenos de preguntas.
-Es tu collar. Ese gran zafiro azul. Lo he pintado antes.-
Tahyra se sorprendió. Abrió los ojos exageradamente. Nos sentamos en el borde de la cama.
-Hace unos años -proseguí-mi madre, sabiendo que tenía talento con la pintura, me incluyó en las grandes elites de la sociedad francesa, para que hiciera retratos de las importantes personalidades. Mi fama llegó a tal grado que trabajé en varias ocasiones para la nobleza portuguesa, española y austriaca, por mencionar algunos. Estoy segura que en una ocasión pinté a una linda mujer con ese mismo collar. ¿Esta alhaja tiene alguna historia que explique esta coincidencia?.preunté.